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lunes, 30 de agosto de 2010

En mundos distintos

Las bandas, mejores intenciones con la pelota y los apuntes de Ariel, lo más positivo del arranque. El vigente campeón venció sin apuros a un Racing que, al menos, le puso intención


Si jugaran cien partidos seguidos, casi todos serían iguales. De hecho, el Barça jugó el año pasado 38 y sólo perdió uno. Y el de ayer fue uno más para ellos. El Racing no tenía difícil mejorar lo que hizo en sus últimos duelos. Y lo mejoró. Un poquito de casta y un par de buenas intenciones fueron suficientes para que la grada se diera cuenta de que había poco más que hacer. El mejor equipo del mundo pasó por El Sardinero. Y los mejores hicieron su trabajo en dos o tres detalles. Es tan superior que no necesita, ni siquiera, tirar más a puerta que su rival. El Racing tiró diez y ellos, nueve. Pero ganaron cero a tres...

El juego de los de Pep en estos partidos es como esos documentales que hacía Félix Rodríguez de la Fuente. La serpiente se movía lentamente, como durmiendo a una víctima que se creía capaz de huir. Con un punto de pereza remolona. Hasta que llegaba el movimiento letal. En el último instante, la mandíbula del reptil ejecutaba su baile de la muerte. Los Xavi, Iniesta o Busquets abusan de posesión de balón. Parece que su juego es parsimonioso hasta que rondan el área. Allí acude la electricidad. Pero es que si el rival se la roba, lo hace en su campo, cerca de su propia portería. A ochenta metros de la minúscula opción de hacer daño. Y eso desgasta física y mentalmente...

Portugal dijo que quería trabar el encuentro. Robar y salir rápido. La intención le duró todo el partido, pero la realidad le golpeó en la cara a los 180 segundos. Porque Diop salió a morder y Arana y Tchité firmaron dos arrancadas en los dos primeros minutos. Pero a la siguiente llegó el zarpazo. Xavi saca el compás, Iniesta el cartabón y Messi pinta la línea. Un doble cambio de ritmo deja a Henrique sin opciones de vestir nunca la camiseta del Barcelona. Para rematar el lienzo, vaselina. Cuando en el minuto tres, los culés ya han celebrado una, cabe esperar que lleguen muchas...

Pero el Racing estaba empeñado en parecer distinto. Por eso, insistió en su idea de estorbar y de probar el sabor de la cal de la banda. Ni siquiera acudió al patadón y Toño sacó todas con la mano. Arana y Francis fueron lo mejor de la primera parte. El extremo se dejó ver y el lateral dobló a un Kennedy poco participativo en un par de ocasiones. Su único lunar fue una acción estúpida en la que golpeó con las manos a Iniesta, cuando el campeón del mundo le presionaba. Pero Delgado Ferreiro no había venido a meterse en líos y lo saldó con una amarilla.

En media hora, el Racing sumaba tres tiros entre los tres palos y el Barça sólo uno. Dos minutos después, los de Guardiola dispararon por segunda vez. Cero a dos. Toño no acierta a coger un balón sobre la cabeza de Messi y opta por un despeje de puños que no va muy lejos. Sin dejarla botar, la diestra que trajo hasta España la Copa que hace siete días estuvo en el Palacio de Festivales coló el balón en su guarida de redes usando la parábola. Hubo aplausos para Iniesta en un Sardinero lleno de turistas.

Francis y su carrera

Lo mejor del Racing es que tardó tiempo en dejarse ir. De hecho, su mejor futbolista durante la tarde, decidió correr hasta que alguien pudiera pararlo. Francis galopó por la derecha hasta la línea de fondo y dejó atrás a Maxwell, que sólo pudo estorbarle, aunque no lo suficiente para señalar el penalti que sí señaló el árbitro a instancias de su asistente. Tchité (que ahora lleva escrito Meme en su camiseta) quiso empezar a engrosar sus números y hacer creer a la grada y a sus compañeros que tal vez era el día de salir en la portada. Pero su lanzamiento, poco escorado y a media altura, se encontró con otro campeón del mundo. Víctor Valdés terminó con el último resquicio racinguista.

El Barcelona llevaba dos en dos intentos. El Racing fallaba un penalti en el cuarto. Y la estadística no fue perfecta por centímetros. Justo los que permitieron que se levantara la bandera cuando Villa estaba ante Toño en la prolongación de una primera parte que ya había matado el partido. Gol anulado al delantero.

Al descanso, lo más repetido era «esto es lo que hay». Poco que reprochar y, puestos a sacar destellos, las bandas, Francis, algunas intenciones y, al menos, el orgullo que faltó ante el mismo rival hace un año. Portugal sabía que eso no se podía repetir ante una tribuna escéptica.

Al volver, Guardiola lo tenía claro y dejó en la ducha a un Xavi algo tocado. Total, aquí ya estaba todo el 'pescao' vendido. Y es que la segunda parte era una obligación del reglamento. Si hubieran quitado las porterías durante algún rato, no se hubiera notado en exceso. Sólo fue necesaria para que Villa se estrenara en Liga. Y lo hizo sin saltar en el fallo más vistoso de la defensa del equipo local. Balón perfecto de un Alves tan artista con la bola como con el teatro que le lleva al césped en demasiadas ocasiones. El asturiano, con familia en la grada, estaba esperando al fondo su segundo. De cabeza, sin oposición.

Cambios

Llegado a este punto, el fútbol recordó que aún era agosto y el único interés residía en el carrusel de cambios. Y Portugal no estaba como para quitarle algo al respetable. Les puso a los nuevos para que les echaran un vistazo. Ariel y Adrián, primero, y Tziolis, después.

El argentino estuvo egoista. Sólo él acaparó los aplausos y las miradas. Nada más salir, tumbó a tres rivales. Después, un par de buenos controles de espaldas, una jugada perfecta que dejó sólo a Adrián (remató flojo e inocente) y hasta un pase con el exterior pegadito a la cal. Eso y rabia. Sus gestos cuando falló una ocasión demuestran hambre. Esa que tanto gusta aquí.

Y así acabó todo. Los culés están en otro planeta y ganarán casi siempre. Aunque no aceleren. Al Racing lo ganó el Barça, la inercia y la lógica. Cayó derrotado con justicia, pero esta vez, al menos, no pisotearon su orgullo...